La siesta o el dormir después de la comida es un hábito muy instaurado en España. Otros países la alaban, después de comprobar lo bien que sienta al cuerpo, y se lamentan de no poder seguirla ya que sólo dejan pocos minutos para el almuerzo, como consecuencia de unos horarios laborales más intensivos.
Sin embargo, tan sólo un 16% de la población de este país practica esta sana costumbre a diario. Un estudio sobre el sueño, realizado por la Fundación para la Salud del Hospital Clínico San Carlos (Fundadeps) y la Asociación Española de la Cama (Asocama), entre más de 3.000 españoles mayores de 18 años, ha revelado la extinción de este “deporte nacional”. La mayoría de esos pocos que gozan de un ligero sueñecito después de comer -un 72%- se conforma con recostarse en el sillón, mientras que un 27% confiesa que se mete en la cama y aún practica la tradicional y envidiable siesta «con pijama”.
El análisis desvela que el 58,6% de los españoles nunca sestea, el 22% sólo en ocasiones y el 3,2% se adormece tras el almuerzo únicamente los fines de semana.
Incluso los diseñadores (Banana Studio) están peleando para salvar esta sana costumbre, inventando la «almohada avestruz». Apta sólo para gente si miedo al ridículo y antepone su momento de descanso frente a las situaciones; transporte, trabajo extra en la oficina. Este dispositivo está acolchado con tres orificios (dos para los brazos y uno para la nariz).